No se pueden hacer leyes contra el sol

El astrofísico Willie Soon investiga desde hace décadas la influencia del Sol en el clima. En una entrevista con Weltwoche explica por qué no considera al CO₂ un factor de control climático, cómo las estructuras políticas y financieras influyen en los resultados científicos y por qué continúa investigando pese a la hostilidad.

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Dr. Willie Soon durante su intervención en la conferencia aniversario de Clintel, 18 de junio de 2024

Clintel Foundation
Fecha: 13 de diciembre de 2025

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Willie Wei-Hock Soon, nacido en Kangar (Malasia), es un astrofísico conocido sobre todo por sus posiciones controvertidas sobre el cambio climático. Tras estudiar ingeniería aeroespacial en la Universidad del Sur de California, donde se doctoró en 1991, trabajó durante muchos años en el Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica en Cambridge (Massachusetts). Su investigación se centró inicialmente en la física solar y estelar, en particular en los ciclos de actividad del Sol y su posible impacto sobre el clima terrestre. Hoy es conocido principalmente por subrayar el papel del Sol como factor clave del clima y por sostener que el impacto de las emisiones humanas de gases de efecto invernadero sobre el calentamiento global está sobrestimado. Esta postura lo situó en claro contraste con el consenso científico generalmente aceptado sobre el cambio climático de origen humano.

Soon es considerado una de las figuras centrales del movimiento denominado «escéptico del clima». Sus partidarios lo ven como un científico que piensa a contracorriente y que pone de relieve la complejidad de los factores climáticos naturales. Sus detractores, en cambio, lo presentan como un ejemplo de la influencia de intereses económicos en el debate climático y del uso de la autoridad científica con fines políticos. Soon simboliza las tensiones entre la libertad científica y las fuerzas económicas y políticas que siguen configurando hoy el debate climático.

Weltwoche: Profesor Soon, usted sostiene desde hace años que el clima de la Tierra cambia de forma natural y que el CO₂ no es el principal motor. ¿Cuál es el núcleo de su argumento?

Willie Soon:
El clima de la Tierra siempre ha estado sujeto a cambios constantes. El desplazamiento de continentes y océanos, las fuerzas tectónicas —y, sobre todo, el Sol— determinan su dinámica. El Sol aporta el 99,99 % de la energía que impulsa el tiempo atmosférico y el clima. Sin él no habría viento, ni corrientes oceánicas, ni fotosíntesis. Junto con dos colegas he demostrado que los mejores datos empíricos disponibles no respaldan de forma concluyente la hipótesis de un calentamiento por CO₂ de origen humano. Los factores naturales y la variabilidad solar desempeñan un papel mucho mayor.

Weltwoche: ¿Pero no es el Sol una especie de «interruptor constante»?

Soon:
Quien afirma eso ignora las mediciones. La radiación solar fluctúa, especialmente en el rango ultravioleta y de rayos X. Estas variaciones afectan a la atmósfera, a las corrientes de aire y oceánicas y a los patrones climáticos de largo plazo.

Desde la década de 1940 se sabe que las variaciones de la actividad solar y la configuración orbital de la Tierra influyeron en los periodos glaciares y templados de los últimos 2,5 millones de años. Los datos satelitales muestran que el Sol no es una fuente de radiación estable. Estas fluctuaciones energéticas pueden incluso influir en procesos biológicos —posiblemente mutaciones genéticas—. Algo similar se observa en otras estrellas parecidas al Sol.

Weltwoche: ¿Por qué considera errónea la fijación en el CO₂?

Soon:
El pánico al CO₂ no se basa en una ciencia sólida. Los patrones de temperatura y circulación de los últimos 150 años son mucho más coherentes con variaciones de la actividad solar. Allí donde se detecta una señal del CO₂, según mis análisis está por debajo del umbral de detección. El CO₂ se demoniza injustamente como un «veneno climático», a pesar de que impulsa la fotosíntesis, mejora la eficiencia hídrica de las plantas y ha provocado un enverdecimiento medible, incluso en regiones áridas. Desde el siglo XIX, la Tierra se ha vuelto notablemente más verde, incluso en los márgenes de los desiertos. Por el contrario, los bajos niveles de CO₂ durante las edades de hielo dieron lugar a condiciones muy desfavorables. La proporción actual de CO₂ en la atmósfera es del 0,043 %: de ningún modo peligrosa y posiblemente incluso subóptima para una biosfera próspera.

El Támesis congelado

Weltwoche: Usted se refiere a menudo al mínimo de Maunder. ¿Qué nos enseña?

Soon:
Fue un periodo de actividad solar extremadamente baja, aproximadamente entre 1645 y 1715. Durante ese tiempo casi no hubo manchas solares: el Sol estaba inusualmente calmado. Esta fase coincidió con la Pequeña Edad de Hielo: los glaciares avanzaron, el Támesis se congeló y las crónicas relatan fríos intensos. Esto indica una relación entre la actividad solar y el clima. Aún no comprendemos plenamente los ciclos magnéticos del Sol —como el ciclo de once años y las transiciones entre fases de reposo—, pero las relaciones observadas son robustas y globales.

Weltwoche: Si el Sol es tan importante, ¿por qué domina la narrativa del CO₂?

Soon:
Porque no se pueden hacer leyes contra el Sol, pero sí contra el CO₂. Esto conduce a impuestos, regulaciones e intervenciones en la política energética. Desde la década de 1980 se ha creado así una compleja red de subsidios, burocracias y redes activistas. La política exige mensajes simples, los medios buscan dramatismo, y muchos científicos se adaptan. El físico atmosférico Richard Lindzen llamó a esto el «efecto del triángulo de hierro»: la política financia, la ciencia suministra resultados y los medios amplifican.

Weltwoche: ¿Surgen tendencias problemáticas a partir de ello?

Soon:
Por desgracia, en las últimas décadas muchas instituciones científicas han adoptado una opinión alarmista uniforme. Los críticos son excluidos. La política climática sirve cada vez más a objetivos económicos e ideológicos, no a la investigación objetiva. Sin embargo, hay al menos una señal positiva: Bill Gates ha reconocido recientemente que el clima no puede controlarse regulando el CO₂. En su lugar, ahora quiere centrarse en la adaptación: reducir el sufrimiento humano ante el frío o el calor extremos. Es un avance bienvenido.

Bill Gates (Source: Shutterstock)

Weltwoche: Desde la industrialización, CO₂ y temperatura han aumentado en paralelo.

Soon:
Correlación no significa causalidad —y, por cierto, la correlación ni siquiera es tan fuerte—. A pesar de reducciones masivas de emisiones en países como Estados Unidos o el Reino Unido, las concentraciones de CO₂ siguen aumentando. Esto demuestra la importancia de las retroalimentaciones naturales. Incluso si el CO₂ contribuye en algo, no domina el sistema.

Weltwoche: ¿Se confirmó esto durante los confinamientos por la COVID?

Soon:
Sí. A pesar de una caída global de las emisiones, las concentraciones de CO₂ continuaron aumentando. Esto demuestra que los humanos emiten, pero que el efecto neto queda eclipsado por los enormes intercambios entre océanos, biosfera y atmósfera. El CO₂ no es un termostato climático.

Weltwoche: Usted califica al IPCC de «selectivo». ¿Qué quiere decir?

Soon:
De la amplia gama de estudios científicos, solo se privilegian ciertos modelos y otros se marginan. Esto crea una apariencia de certeza allí donde existe incertidumbre. La integridad científica exige revelar las incertidumbres y contrastar hipótesis rivales. En lugar de ello, recibimos informes políticos con una máscara científica.

Weltwoche: ¿Por qué tantos medios y académicos siguen apoyando la tesis del CO₂?

Soon:
Porque es políticamente útil. La autoridad no sustituye a la evidencia. La verdad científica no surge por votación, sino mediante observación reproducible y teoría. Lo preocupante es que gobiernos y organizaciones difundan cada vez más la idea de que el clima debe permanecer estático.

Weltwoche: ¿Esto restringe el discurso científico?

Soon:
Sí. En lugar de argumentos, se escuchan acusaciones. Las universidades que excluyen a ponentes controvertidos enseñan a los estudiantes que el consenso es más importante que la verdad. Eso es letal.

Weltwoche: ¿Qué papel desempeñan los medios?

Soon:
Muchos reportajes se apoyan en la moral y el dramatismo. La incertidumbre vende mal; los matices, aún peor. Así se crea una física mediática del “ebullición global” que tiene poco que ver con las mediciones.

Weltwoche: ¿Cómo valora los modelos climáticos?

Soon:
Los modelos son útiles, pero contienen muchas suposiciones, por ejemplo sobre nubes, aerosoles o turbulencia. Ajustarlos a datos históricos no mejora automáticamente la capacidad predictiva. Los modelos deben contrastarse con observaciones reales.

Weltwoche: ¿Esto incluye también la acidificación de los océanos?

Soon:
De media, los océanos son alcalinos, con un pH en torno a 8,2. Las fluctuaciones locales son normales. A menudo el tema se dramatiza cuando las tendencias térmicas no resultan lo bastante amenazadoras. En lugar de consignas, se necesitan mediciones sólidas y de largo plazo.

Weltwoche: A su juicio, ¿qué tan peligrosa es la subida del nivel del mar?

Soon:
Las mediciones fiables muestran entre uno y dos milímetros por año, sin aceleración. Eso equivale a unos pocos centímetros por siglo. Quien no puede afrontar unos centímetros no tiene un problema climático, sino un problema de planificación.

Weltwoche: ¿Cómo define usted «clima»?

Soon:
Hasta hoy no existe una definición precisa. El clima es más que el promedio del tiempo atmosférico: es un sistema dinámico de flujos de energía, nubes, albedo, humedad, acoplamiento océano-atmósfera, uso del suelo y aerosoles. Esta complejidad apenas se reconoce en el debate público.

Weltwoche: ¿Y el efecto isla de calor urbano?

Soon:
Falsea muchas mediciones. En las ciudades, las temperaturas aumentan de forma sistemática. Si se consideran solo estaciones rurales, emergen otras tendencias. Muchos conjuntos de datos globales quedan así distorsionados. Estudios recientes nuestros y de otros grupos lo demuestran para Estados Unidos, Japón y otras regiones.

Weltwoche: Sus críticos lo acusan de estar financiado por la industria petrolera.

Soon:
Eso es falso. He declarado todas mis fuentes. Al principio, mi investigación se financió principalmente con fondos públicos —NASA, Fuerza Aérea, NSF—. Cuando empezamos a plantear preguntas incómodas, esos recursos se agotaron. Luego buscamos apoyo de fundaciones privadas, incluidas algunas vinculadas al sector energético, tanto renovables como fósiles. Nadie me pidió jamás que ajustara resultados. Hoy mi investigación se financia exclusivamente mediante donaciones voluntarias a nuestro grupo independiente Ceres-Science.

Weltwoche: Sus oponentes dicen que ocultó fuentes de financiación.

Soon:
También es falso. Esta campaña procede de un ex empleado de Greenpeace, Roland “Kert” Davies, que publicó un informe falso en 2015. Varios periódicos reprodujeron sus acusaciones sin verificarlas. Como escribió Jonathan Swift hace 300 años: «La mentira vuela y la verdad cojea detrás». Al final, lo que importa es la calidad del trabajo, no la moralidad de los billetes.

Weltwoche: ¿Dónde deberían situarse las prioridades de la investigación climática?

Soon:
Una investigación climática objetiva debería centrarse en mediciones de largo plazo, bien calibradas, especialmente en regiones rurales. También se necesitan datos y códigos abiertos para que los resultados sean comprensibles y reproducibles. Son importantes experimentos dirigidos sobre la estratosfera, la formación de nubes y el balance radiativo. En última instancia, las hipótesis deberían ponerse a prueba honestamente entre sí, en lugar de limitarse a confirmar modelos preferidos.

Weltwoche: ¿Qué recomienda a los políticos?

Soon:
Realismo y resiliencia. Nada de experimentos centralizados que pongan en peligro la prosperidad. En su lugar: adaptar infraestructuras, reforzar la protección contra inundaciones, apertura a las tecnologías y una investigación sin resultados predeterminados. Si realmente se quieren reducir riesgos, hay que invertir en sistemas robustos, no en rituales simbólicos del CO₂.

Weltwoche: ¿Cómo valora el trato actual con los modelos y la IA?

Soon:
Los modelos pueden ser útiles, pero muchos científicos los confunden con la realidad. Con la llegada de la IA, esta tendencia se intensifica aún más. Necesitamos investigadores que vuelvan a estudiar el mundo real, no solo el virtual. El Premio Nobel de Física John Clauser dijo una vez acertadamente: «Los teóricos hablan entre ellos; los físicos experimentales hablan directamente con Dios». Se necesitan estudios de replicación, que verifiquen resultados publicados repitiendo experimentos, análisis de datos o métodos. Ambos fortalecen la fiabilidad científica.

Weltwoche: ¿Qué papel desempeña la ética?

Soon:
La verdadera ética significa honestidad sobre las incertidumbres y una ponderación sincera de beneficios, costes y efectos secundarios. El principio de precaución tiene sentido para riesgos probables y reversibles, pero no como licencia para proyectos dirigistas a gran escala.

Weltwoche: ¿Cómo afronta la hostilidad?

Soon:
Publicando, compartiendo datos y respondiendo científicamente a las críticas. La difamación no me impresiona. La ciencia es una carrera de fondo.

Weltwoche: ¿Qué espera de la política y de los medios?

Soon:
Me gustaría ver más diferenciación por parte de los medios en lugar de alarmismo. De los políticos espero libertad de investigación, resiliencia, apertura tecnológica e inversión en infraestructuras, pero sobre todo humildad ante la complejidad de la naturaleza. Porque, como he dicho, no se pueden hacer leyes contra el Sol: solo podemos comprenderlo mejor y tomar decisiones realistas, inteligentes y humanas.

Climate Intelligence (Clintel) is an independent foundation informing people about climate change and climate policies.

Este es la traducción inglesa de una entrevista de Pierre Heumann para Weltwoche, publicada originalmente bajo el título «Man kann keine Gesetze gegen die Sonne machen» y editada por Willie Soon.

(Traducido al español para Clintel Foundation por Tom van Leeuwen.)

Sobre Willie Soon

Willie Soon (60) obtuvo su doctorado en la Universidad del Sur de California en 1991 y posteriormente realizó investigaciones en el Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica. Desde hace casi cuatro décadas estudia los ciclos de actividad del Sol. Este trabajo dio lugar a un conjunto de datos que muestra que el Sol no es un motor estable, sino una estrella variable, con consecuencias medibles para el clima de la Tierra.

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December 15, 2025|Categories: News|Tags: , , , , |
By |2025-12-18T00:14:39+01:00December 18, 2025|Comments Off on No se pueden hacer leyes contra el sol
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