Guus Berkhout
Las enormes inundaciones en Europa muestran que el drenaje de las aguas de la UE se ha quedado corto para proteger a los ciudadanos. Incluso en el sur de mi país (los Países Bajos), con un excelente historial de gestión de las aguas, hay una gran cantidad de daños. ¿Cómo pudo pasar esto?
Ciudadanos culpados
La situación a lo largo de la costa y los principales ríos de mi país está bastante en orden y aseguró que no hubiesen víctimas. Sin embargo, todavía queda mucho trabajo por hacer en los canales, afluentes y arroyos locales. En el sudeste de los Países Bajos, la vida estará totalmente interrumpida durante algún tiempo. Ya tomamos nota de esta deficiencia durante las grandes inundaciones de principios de la década de 1990. También vimos en ese momento que los políticos verdes nacionales y locales responsables eludían su responsabilidad culpando a las emisiones de CO2. Ahora, después de 30 años, nada ha cambiado. Una vez más, los políticos europeos afirman que no tienen la culpa de las víctimas y del daño, pero afirman que los ciudadanos y empresarios, que se han negado a jugar al juego de la emergencia climática verde, son los culpables, una forma insolente de disfrazar su propio fracaso.
De la mitigación a la adaptación
Sin duda, estamos en una era de calentamiento global, como ya ha sucedido en numerosas ocasiones en la historia de nuestro planeta. El registro geológico muestra claramente que los períodos de calentamiento y enfriamiento se han alternado constantemente. Pero cómo funciona ese complejo mecanismo climático, aún no sabemos. En cualquier caso, la relación entre las emisiones de CO2 y los fenómenos meteorológicos extremos es científicamente muy poco probable (ver ilustración).
PEQUEÑA CIUDAD DE ALEMANIA
La historia muestra que los altos niveles de las aguas y las inundaciones se han producido muchas veces a lo largo de los siglos.
Atribuir las inundaciones actuales a las emisiones de CO2 es una mera construcción
Toda esta información histórica es conocida por las autoridades. En lugar de actuar, sólo les preocupa invertir en la reducción de CO2.
Sin embargo, si miramos los hechos, vemos que, en contraste con la mitigación climática (menos CO2), la adaptación climática (medidas de protección) ha traído una reducción espectacular de víctimas climáticas en las últimas décadas. ¿Por qué los tomadores de decisiones verdes no han aprendido nada de este conocimiento? Están tan ocupados con inversiones en la reducción de CO2 que, vergonzosamente, se asignan pocos recursos a medidas de protección eficaces.
También sabemos muy bien que países como China e India son responsables de la mayoría de las emisiones globales de CO2 y que van a aumentar sus emisiones de manera significativa con cientos de nuevas centrales eléctricas de carbón. Nótese que la contribución de la UE es sólo del 6% y la contribución holandesa es menor que el 0,5% (!) de las emisiones globales de CO2. Por tanto, sea lo que sea lo que esté haciendo la UE con el CO2, tiene poca importancia y para los Países Bajos no supone ninguna diferencia. Sin embargo, lo que tendrá un efecto decisivo será poner en orden el sistema de drenaje de aguas. ¡El éxito está garantizado!
Fallos judiciales basados en modelos climáticos
El caso judicial de 2015 de la Fundación Urgenda contra el Estado de los Países Bajos requirió que para fines de 2020 el gobierno debiera reducir las emisiones en un 25% con respecto a los niveles de 1990. La sentencia fue confirmada por la Corte Suprema en apelación, afirmando que el gobierno holandés, para proteger los derechos humanos, estaba obligado a reducir las emisiones de CO2. ¡Eso significará gastar miles de millones! Esto es ridículo, como ya lo mencionamos, que las emisiones de CO2 de los Países Bajos, independientemente de si se cree que tienen algo que ver con el calentamiento global, son responsables de solo el 0,5% de las emisiones mundiales. En conclusión, estamos obligados por la corte a gastar miles de millones en esta nada y descuidar, entre otras prioridades, nuestro sistema de drenaje de aguas.
El papel central del gobierno en el siglo XXI es servir al bienestar general de la población, y eso incluiye mantener la infraestructura pública y adaptarla a las circunstancias cambiantes. Esto es especialmente cierto para las condiciones climáticas extremas, porque es aquí donde se puede prevenir mucho sufrimiento. Es bien sabido que la adaptación proporciona grandes beneficios a bajo costo. Entonces, ¿por qué permitimos que políticos verdes continúen con sus medidas de CO2 maliciosas? ¿Por qué no impedimos que desperdicien decenas de miles de millones de ingresos fiscales en plantas de biomasa y turbinas eólicas no confiables y derrochadoras? ¿Desvían estos fondos de las tan necesarias esclusas, estaciones de bombeo y diques interiores?
Gobiernos tomados como rehenes por los Verdes
A principios de julio, unos cuatro (!) días antes de las inundaciones, los hidrólogos estaban alertando a las autoridades sobre las inminentes lluvias torrenciales. Los políticos y los medios, sin embargo, ignoraron estas advertencias. En cambio, nos trataron como tontos por el vicepresidente de la UE, Timmermans, sobre el CO2. Los ciudadanos se quedaron en la oscuridad, prosiguieron con su trabajo diario sin darse cuenta de las enormes masas de agua que se les acercaban. Como resultado, demasiadas personas pagaron con sus vidas en Alemania y Bélgica. ¡Vaya trato este “Green Deal”! ¿Es esto un preludio de lo que el mundo puede esperar, cuando los alarmistas climáticos triunfen en hacerse cargo?
Finalmente, un mensaje especial para Timmermans y sus malévolos aliados climáticos. Quítese las anteojeras de CO2 de una vez, use los miles de millones que planea desperdiciar en proyectos de CO2 para acelerar el programa europeo de protección contra inundaciones. Y a los “Negociadores Verdes”, dejen de intentar utilizar el supuesto cambio climático para encubrir sus lamentables fracasos.
Guus Berkhout es profesor emérito de Geofísica, miembro de la Real Academia de Ciencias de los Países Bajos (KNAW), miembro senior de la Academia Holandesa de Ingeniería (AcTI) y presidente de CLINTEL.